sábado, 2 de enero de 2010

Perdida en la noche











Despierto de mi somnolencia,
de mi madura inconsciencia,
en sábanas ajenas,
ajadas de cuerpos y brazos.
Dolorida y avergonzada,
donde la noche perdió su nombre,
dilapidando el dolor,
tras una copa de alcohol.
Perdí el rumbo en mentiras callejeras,
en halagos banales
que no condujeron a ninguna parte.
Compongo el vestido,
ultrajado de desdichas,
de risas fáciles,
de olvidos convencidos.
No me queda más que el olor
a humo y alcohol enmohecido.
Ya no queda la dicha de la sonrisa,
pagaré las lágrimas que debo
y esgrimiré la espada del adiós.
Olvidaré mi nombre de guerra,
que con ese,jamás fuí bautizada,
levantaré la cabeza
y la esquina solo la doblaré ...
para dar la vuelta.