domingo, 5 de junio de 2011

Lasitud













Mendigo oculto de tus palabras,
delirantes, que entremezclan el yugo,
de tus vaivenes y quereres.
Taciturno y renqueante,
vislumbro tus caprichos
en tardes y noches.
Aprietas a tu antojo tu celosía
y yo quedo renunciado,
desposeido de todo honor.
Emites tus voluntades
y yo soy pasto fácil del fuego
que emiten tus pensamientos.
No quiero ser el ermitaño
que antaño era mas principe,
para convertirse en vulgar mendigo.