martes, 28 de junio de 2011

Refugio sometido
















No quiero vivir ¿para qué?. ¿Qué gana mi corazón cuando cada vez se hace más pequeño?.
Arrastro mi pequeño cuerpo que no es más que un jirón de piel y huesos para satisfacer las necesidades de otros miserables.
Mis derechos son sólo obligaciones que ni siquiera son pasto de siembra, pués solo recojo las sobras podredumbres que puede que tenga la suerte de encontrar.
No recuerdo como se sonríe, si acaso se que es una mueca en la boca, lo sé por que a veces veo en mis avasalladores eso, aunque lo que más veo es una frente arrugada y una voz que me asusta.
No tengo derecho a nada ¡como si pidiese algo!.
¡Me gustaría tanto poder correr por ese camino que se ve a traves del hueco de la ventana!. Correr sin parar y morir para liberarme al fín.
A veces, en el silencio de la noche miro los agujeros que hay en el techo y quisiera ser esa luz que se cuela y llega a todos los rincones, seguro que habrá visto muchas cosas y algunas bonitas.
He pensado muchas veces cuando recojo el agua en fundirme en sus corrientes y dejarme llevar, pero al final nunca puedo.
Quisiera ser el polvo que hay bajo mis pies, así podría decir que he dejado de existir, que por fín he dejado de ser, un esclavo más.