miércoles, 3 de agosto de 2011

Astillero
















Angela estaba triste. Su vida se iba desmoronando poco a poco.
La tristeza estaba presente en cada gesto, en cada mirada, en cada ausencia.
Había puesto tanta ilusión que el golpe si cabe, lo sentía aún mayor.
La persona por la que había apostado, por la que parecía de nuevo sonreir la traicionaba.
Cada día sentía más su ausencia y recordaba con más fuerza las palabras que un buén amigo le decía: "Te estás equivocando". En aquel momento Angela no lo veía así pero el paso del tiempo le empieza a demostrar que su amigo tenía razón.
Angela no es felíz, lo dice, lo grita pero parecen no escuchar sus lamentos o si lo hacen, no la toman muy en cuenta.
Ve como el egoismo reina en su vida, ella puede pasar necesidades pero nadie parece dispuesto a echarle un cable. Se siente perdida. Ni siquiera sabe como cambiar las cosas, sólo ha aprendido a permitir, a sufrir ella antes que los demás. A tragarse lagrimas y desesperación.
Recuerda con nostalgia como siendo tan solo una niña sus amigas y ella jugaban a imaginar como serían sus vidas. Pensaban en príncipes azules que vendrían a rescatarlas y darles una vida de ensueño pero sólo eran juegos de niñas.
El tiempo fué pasando, primero lentamente, a sorbitos.Fué creciendo, compartiendo vivencias y confidencias. Enamorándose y desenamorándose y creciendo cada vez más.
Fué dueña de su vida aunque una mala jefa, no supo administrarse bién, ni dar las órdenes oportunas y así fué como por confianza, la que había sido su mano derecha se fué.
Ahora toca reinventarse de nuevo, coger el timón del barco y llevarlo a buén puerto ... ser su propio astillero.